La tarde.
Ruedan las olas frágiles
de los atardeceres
como limpias canciones de mujeres.
La tarde.
Ruedan las olas frágiles
de los atardeceres
como limpias canciones de mujeres.
Un pájaro me despertó con su canto.
Gorjeaba en mi ventana.
Parecía decirme “Ven, asómate”.
¡Y qué hermoso estaba el cielo!
Nicolás Mangana era un campesino pobre pero ahorrativo. Su mayor ilusión era juntar dinero para comprar unos puercos y dedicarse a engordarl...