La colibrí era tan pobre que no se podía casar, por eso día y noche lloraba su mala suerte.
El ruiseñor, su viejo amigo, le tuvo lástima y decidió ayudarla. Para eso llamó a los animales del bosque y les dijo:
Por toda la casa se esparce un olor agridulce a membrillo, a orejones de calabacita y pera, a pasta de higo y a ejotes pasados por agua que,...